domingo, 5 de abril de 2009

Contrastes peruanos

Ya estamos en Perú! Hace dos semanas entramos por Desaguadero, un bonito nombre para un pueblo fronterizo. Nuestra primera estación fue la linda ciudad de Arequipa, la segunda más grande del país, después de Lima. La llaman "la ciudad blanca", pero no por el mismo motivo que La Paz. Las casas coloniales del centro están blanqueadas y sus calles se convierten en una gran nube. Entre toda su inmensidad destaca el Convento de Santa Catalina, una ciudad celestial dentro de la gran urbe. Actualmente tiene una dimensión de 20.000 m2, aunque había sido más grande. Sus calles, con nombre de ciudades españolas, daban paso a las casas de las monjas. Estas eran la segunda hija de familias ricas españolas y, por ello, ingresaban sin vocación ni voluntad. Esta clausura forzosa hacía que en el convento la vida fuese ociosa y suntuosa, aunque ahora desde la dirección de este se niegue. Las casas de las monjas estaban decoradas con muebles y utensilios de gran valor. Incluso tenían de 3 a 4 esclavas, hasta que el Vaticano, en 1871, envió una madre superiora que acabó con el lujo y la esclavitud. A partir de entonces se ingresaba en el convento por vocación y sin dote, y empezó la vida en comunidad, por lo que dormían y comían juntas. Actualmente hay 20 monjas en el convento y viven en una zona anexa al complejo turístico, que se abrió al público en 1970 por orden del alcalde.

Dejamos, pero no para siempre, esta ciudad y nos adentramos en el valle del Colca, donde se encuentra el segundo cañón más profundo del mundo. Lo curioso es que el más profundo, el cañón de Cotahuasi, se encuentra a 200 km., también en el departamento de Arequipa, aunque no está apenas explotado turísticamente. La máxima profundidad de este es de 3.191, así que el Gran Cañon del Colorado es de risa a su lado. Uno de los mayores atractivos para los turistas, sino el mayor, es poder apreciar el vuelo del cóndor en los puntos más profundos del cañón. El cóndor es el ave voladora más pesada y más alta del mundo y puede alcanzar hasta 3,30 metros de envergadura. No es el que tiene mayor envergadura (es el albatros), pero seguro que tiene más que un kiwi (nota: el kiwi es el pájaro más característico de Nueva Zelanda!).

Nuestra primera parada en el valle del Colca fue Chivay, el pueblo más importante de la zona. Lo primero que hicimos fue dirigirnos a la sede del AECID (Agencia Española de Cooperación i Desarrollo) donde trabaja Uxue, una amiga de Jesús. Por mala suerte justo estos días se encontraba en Granada, pero sus compañeros nos brindaron su ayuda y nos sugirieron diferentes rutas para conocer el valle.

El primer día fuimos a la Cruz del Cóndor, el mirador preferido por las agencias para llevar a los turistas a ver de cerca estas aves. Llegamos en el autobús local y nos sorprendió descubrir que aquello parecía las ramblas de Barcelona. A parte de darnos cuenta de esto, también nos dijeron que los cóndores ya habían salido. Igualmente aprovechamos para disfrutar de las vistas y tumbarnos al sol. Cuando, hora y media más tarde, volvimos para agarrar el bus nos descubrimos solos en el lugar.

Desde allí nos fuimos al siguiente pueblo, Pinchollo, para empezar nuestra excursión a Madrigal. Pinchollo, pueblo a 5 km. de la Cruz del Cóndor, no tiene ninguna infraestructura turística (ni prácticamente no turística!) mientras que Cabanaconde, un poco más lejos y cul-de-sac, acapara todo el ingreso de los visitantes de la zona. Para legar a Madrigal tuvimos que bajar hasta el fondo del cañón por una ladera que parecía una pista de patinaje para cabras, pues apenas se usa el camino. Una vez abajo, cruzamos el río Colca por un puente colgante. Desde allí la subida se hacía difícil ya que el camino había sido borrado por un desprendimiento de tierra. Finalmente entramos al pequeño pueblo de Madrigal, que nos recibía soleado y callado. Fuimos en busca del albergue municipal, el único alojamiento de la población. A media tarde, la plaza se llenó de ojos curiosos, atónitos ante la visita de tan extraños visitantes, pues hacía mucho tiempo que el pueblo no recibía "gringos". Esta curiosidad se tradujo en miles de preguntas sobre nuestras vidas, procedencias y razón de estar allí. A la mañana siguiente quedamos con Rigoberto, el guardabosque del pueblo, para llevarnos a La Fortaleza, unas ruinas de un complejo defensivo del pueblo preincaico de los cabanas. La excursión, con una subida impresionante y calurosa, culminaba en lo alto del cerro desde donde las vistas del cañón eran seis veces mejores que en la Cruz del Cóndor. Rigoberto también nos enseñó las tumbas de los cabanas, escondidas en cavidades de la roca, así como un recién descubierto refugio. Nuestro sonriente "guía" se encarga de acondicionar los caminos y explorar la zona, que aún no ha recibido la visita de arqueólogos.



Al día siguiente nos fuimos a Sibayo, situado en el otro extremo del valle. La comunidad inició hace pocos años el proyecto del turismo vivencial, que consiste en alojarse en la casa de una familia i implicarse en su quehaceres diarios. Parece muy "guai", pero nuestras habitaciones y baños eran de lo más bonito que hemos visto y seguro que esa tarde su tarea no era ir a pescar, pues ya no es temporada y no suelen hacerlo con hilo y anzuelo, sino con red. Sin embargo, fue agradable pasear con ellas y sus pequeñas y simpáticas hijas y descubrir las peculiaridades de Sibayo. Es uno de los únicos pueblos de Perú, según dicen los locales, que mantiene la antigua arquitectura de paredes de piedra y techos de paja. Aún así, parte de la zona antigua se está cayendo, sus habitantes han ido abandonando las casas, ya sea para trasladarse a la parte nueva del pueblo (más cercana a la parada de las movilidades) o por marcharse a la capital.

Nuestro paso por el valle del Colca nos gustó especialmente, pues encontramos lugares no masificados turísticamente y pudimos estar en contacto con la gente, cercana, curiosa y amable. Sin embargo, en Chivay también tuvimos una mala experiencia, ya que a Gerard le robaron la cámara. Primera constatación de la inoperancia de la policía peruana y de que cualquiera puede ser un ladrón...

4 comentarios:

  1. si este fin de semana vemos kiwis en Stewart Island ya os comentaremos la envergadura, quizas nos sorprenden!!!
    un beso enorme!!!!!
    yo tambien quiero ir al machu Picchu!!!

    ResponderEliminar
  2. Me encantan vuestras fotos!!!!!!!

    ResponderEliminar
  3. Hola chicos ,,, muy bien, este viaje no se hace todos los dias ,,,gracias por compartirlo con todos nosotros ,,,, CESAR Rius

    ResponderEliminar