martes, 24 de febrero de 2009

Oasis en un mundo caótico

Hace ya más de una semana nuestros pasos se encaminaron, de forma improvisada, a la población de Iruya. Un autobús de los años cincuenta nos hizo viajar por una angosta y elevada carretera de ripio hasta Iruya, a 2.780 m.s.n.m., aunque la carretera pasaba por un punto a 4.000 m.s.n.m. En algunos puntos del trayecto era mejor no mirar por la ventana, cerrar los ojos y pensar en un campo verde y llano... Todo hay que decirlo, el conductor era un crack: una naturalidad en el volante, un buen humor ante las situaciones difíciles, canela... Y llegamos a este pueblo enmedio de los altos cerros y del verde más intenso. Fue un cambio radical de colores. Partíamos de los colores cálidos y claros de la Quebrada de Humahuaca, para encontrarnos con el marrón del agua lodosa de los ríos de las altas montañas y el verde oscuro de los pequeños arbustos que las poblaban. Iruya se abría ante nosotros con reservas, pues el cielo encapotado se convirtió en una lluvia intensa que nos mantuvo letárgicos durante la tarde. Sus gentes se han abierto rápidamente al turista, sin embargo siguen mirándolo con recelo. Además todos éramos iguales: chavales jóvenes, con ganas de descubrir lugares diferentes, recónditos... y con las mismas pintas! Un poco más despejados y con un cielo benevolente nos encaminamos a la plaza del pueblo donde celebraban un festival de coplas. Las coplas, en este caso, son un cante en lengua quechua muy antiguo y austero de gran variedad tonal, transmisoras de una nostálgia y profundidad que nos sorprendió.

Las incógnitas sobre el tiempo que iba a hacer al dia siguiente mantuvieron el vilo de nuestra excursión a San Isidro, uno de los grandes reclamos para los turistas que viajan a Iruya, al tratarse de un lugar curioso, misterioso, enmedio de un panorama espléndido. Un pueblo en el que no llega la electricidad, sin camino transitable que lo una con Iruya y enmedio de enormes y profundos valles.

Y sí, el día nos saludó con unos lindos rayos de sol que se colaban por nuestra ventana rota, una maravilla! Nos abrigamos, nos calzamos y respiramos hondo antes de emprender nuestra aventura. En el punto de información turística nos habían recomendado hacer la ruta con un guía que nos ayudase a salvar los peligros del camino. Sin embargo, todas las personas que nos habían hablado de este lugar nos recomendaron ir solos. Así lo hicimos y salvamos el primer peligro del viaje: un riachuelo de barro de metro y medio de ancho. Si no hubiese sido por la impetuosa señora que andaba transportando quatro burros cargados, hubiesemos cruzado casi impolutos. Pero su ansias y el poco respeto que demostró tenernos nos empujó a hundir nuestras piernas hasta las rodillas en el barro. El primer reto estaba cumplido y un magnifico charco nos dejó otra vez limpios para seguir el camino. Una pequeña y agradable caminata de media hora que rodeaba uno de los cerros que se alzaban sobre Iruya nos llevó hasta la orilla del río que llega a los pies de San Isidro. La mayor parte del camino trancurre por esta gran playa del río, por lo que había que cruzarlo varias veces. En esta zona los ríos han dibujado grandes anchos en el fondo de los valles, viajando a trechos por un lado o por otro, o quizás desdoblándose en diferentes cursos. Os podéis imaginar como nuestro gran conocimiento de la zona hizo que cruzáramos muchas veces el río. Y no era tarea fácil ya que las lluvias del día anterior habían crecido un poco el río. Así que buscando los lugares más tranquilos para cruzar, dándonos de las manos, mojándonos hasta la cintura y compartiendo los sudores y las risas con Javier, Guido y Ramón conseguimos llegar al camino que se subía por un cerro cercano a San Isidro. Tierra firme! Y aunque el camino fuera pura cuesta y tuvieramos que cruzar alguna vez algun riachuelo despistado, ese tramo se agradeció. Ahí ya disfrutábamos del paisaje de grandes cerros de un verde profundo, moteado de miles de flores amarillas y coronado por altos picos nevados. El agradable sol de la mañana le daba a todo un aire alegre que nos recuperó el aliento y el ánimo, mientras empezábamos a ver en el horizonte San Isidro. Y así, subiendo y bajando pequeños y estrechos valles llegamos al último, sobre el qual se elevaba el precipicio sobre el que descansa San Isidro. Y en ese nos esperaba el peor cruce del río, ya que bajaba especialmente fuerte y ancho. Pero la cooperación siempre nos lleva a un buen final. Y nuestras manos se unieron con las de una familia que vivía al otro lado del valle y conseguimos pasar todos.

San Isidro nos recibió callado y dormido. La hora de la comida dejó las calles desiertas y nuestro estómago vacío hizo golpear todas las puertas donde había algun cartel dirigido al turismo. Una amable lugareña nos preparó las mejores empanadas que hemos provado en Argentina, caprice des dieux! Ahí ya despedimos a los dos compañeros de fatigas, Guido y Ramón, que se dirigían al pueblo de San Juan, a unas tres horas de camino más (si leéis estas líneas podéis veros desde el otro lado del valle, cuando subíais la interminable cuesta hacia San Juan!) Y en San Isidro nos relajámos paseando por su calle, subiendo al mirador y admirando el immenso e increible paisaje que se extiende ante este pintoresco lugar. Tomando un mate tranquilamente nos sorprendió la inesperada visita de Maxi, nuestro amigo cordobés que conocimos en Humahuaca y que nos había deleitado con una mezcla de música armenia y árabe junto a Juan. Un placer compartir esos momentos con él. Y así, dando vueltas, se hizo de noche y la oscuridad se posó sobre nuestras cabezas. Se hace raro tener que andar a tientas por la calle, con una vela por la casa, irse a dormir a las diez como muy tarde. A pesar de lo bucólico que pueda tener para los turistas el hecho de encontrarse enmedio del aislamiento, de la forma de vida que podían llevar nuestros antepasados, de la tranquilidad más absoluta, los lugareños estan esperando con ilusión el día que les llegará la electricidad. Todo está preparadísimo para ese día: los postes recorriendo todo el cerro, los interruptores y cables instalados, las bombillas enroscadas. Todo preparado para el día de la gran celebración, de la incredulidad de sus ojos. Algunos turistas se van con una idea un poco rara en la cabeza, como si sus habitantes no quisieran que la luz llegue, como si no quisieran renunciar a una vida más rudimentaria. Y está claro que son conscientes de los cambios que dará el pueblo, y más con la presencia cada vez mayor de turistas, pero también quieren las ventajas: no lavar siempre a mano, estar comunicados de manera más rápida con el exterior, subir el agua con facilidad, etc. Igualmente el camino será igual de complicado, habrá que llevar las mercancías en burro o a caballo por el río, pero las cosas cambiarán, seguramente lo harán. Sin embargo, siempre nos quedará esa imagen de San Isidro, pintada de un romanticismo idílico.
La vuelta a Iruya fue mucho más ligera y no cruzamos tantas veces el río debido a nuestro ya gran conocimiento de la zona! Tse! En Iruya agarramos nuestro último colectivo argentino, bastante más rudimentario, que nos llevaría a La Quiaca, el pueblo donde hay la frontera con Bolivia. Hace ahora una semana que estamos en este país. Ya ha pasado un mes y medio de nuestra partida y Argentina ya es un lindo recuerdo, lleno de amigos, sensaciones, lugares y emociones.

Y la próxima, una de las estrellas del viaje, el Salar de Uyuni!!

3 comentarios:

  1. Estic veient pel google earth fotos del salar aquest, i és una passada. M'agrada molt el que ens ensenyeu i que us ho passeu bé. Una experiència així, és per aprofitar. Suposo que apreneu molt, a tots els efectes. Fillola, aprofita, que quan se surt de casa sempre val la pena, però t'asseguro que com a casa enlloc. I no t'enyoris que no val la pena!
    El tio Jaime
    PS. Petons de la tia Montse

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  2. Hola de nou! ho escribiu d'una forma tan natural que és molt fàcil imaginar-se ja no solament el lloc, si no també les sensacions que produeixen.
    Que continueu tenint mol bon viatge, i descubrint llocs tant xulos com els que haveu vist fins ara! Fins la pròxima!!!

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  3. wei, genial akesta última aventura, he rigut molt, des de la senyora dels rucs que us va fotre dins del fang fins a la pobra gent de San Isidro preparadíssima per l'arribada de la llum (no em digueu que no us vau despistar i tocar algun interrutor, pensant-vos que donaria llum...XD). Molt divertit i uns paisatges genials, m'encanten les fotos!! Merci wapos!!!
    Jezú, a ver si al volver me enseñas el cortijo con el que me querías comprar para apañar una boda!! XD
    Apa nois, salut i endavant!

    Sara (cada dia se'm fa + difícil publicar-vos comentaris, no sé que coi li passa a això!)

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