viernes, 13 de febrero de 2009

Emociones: paisajes y amigos

Continuando la ruta de los Valles Calchaquíes visitamos las ruinas de Quilmes, uno de los restos arqueológicos más importantes del país, y uno de los asentamientos prehispánicos más grandes, donde un guía majísimo nos ayudó a comprender como vivía aquella antigua población y cómo la colonización hispánica acabó con la cultura y forma de vivir originaria. Pero, aún así, estos pueblos resisten, se organizan y siguen defendiendo su modo de vida y su cultura. Hoy son pocos los descendientes que quedan del poblado de Quilmes, pues fueron llevados a pie hasta Buenos Aires y la mayor parte murió durante el trayecto. Aún resisten aquellos descendientes de los que se quedaron en el poblado sirviendo a los conquistadores.
Siguiendo la ruta 40 llegamos a Cafayate, el pueblo más turístico y conocido de los Valles, ya en la província de Salta. Este pueblo nos retuvo tan sólo un día, no pudimos conocerlo mucho, ni siquiera el famoso helado de vino. En fin, seguimos nuestro camino por nuestra querida ruta 40, una de las más peculiares del país, pues lo cruza de norte a sur sobre una antigua traza incaica. De repente, doblamos una esquina y descubrimos un paisage sorprendente. La Quebrada de las Flechas adornaba el primer tramo de viaje, una formación rocosa muy curiosa por sus formas y su aridez. Después el camino pasaba por el fondo del valle, pintado de un verde intenso, hasta subir a Cachi, un pueblito lindo rodeado de montaña, donde pasamos la noche. Al día siguiente completamos el recorrido de los Valles Calchaquíes, que concluyó en Salta, la capital de la provincia. Los cardones nos dieron los buenos días, ya que el primer tramo cruza el Parque Nacional de los Cardones, por lo que os podéis imaginar que estaba lleno de estos grandes cactus. La recta de Tin Tin (no sabemos si alude al famoso personaje de comic!), de 19 km., nos transportó al otro lado del valle, donde la carretera empezaba a subir hasta la Piedra del Molino, a 3.348 metros. En ese punto empezaba la Cuesta del Obispo, una bajada de 1.200 metros de desnivel, que trasncurría por una verde y impresionante ladera.
Nos ha encantado Salta! Estamos todos de acuerdo en que ha sido la ciudad más agradable y acogedora que hemos visitado. Aquí volvimos a ver a compañeros de viaje como Jean, un valiente, que esta haciendo la misma ruta que nosotros pero en bici, y a Liliana, que se separó unos dias pero que volvimos a encontrarnos para un fuerte abrazo de despedida. Y con éstas llegamos a Tilcara, donde casi sin querer acabamos en Casa de Nati, el sitio más barato que hemos estado, unos dos euros y medio. Ha sido un lugar con un encanto especial, tanto por Nati, nuestra anfitriona entrañable, que se emocionaba cuando le regalamos una libreta (con una pintura a acuarela de Rosa versionando la casa de Nati, que a todos encantó), o por la alegre despedida con baile incluido, como por todos los inquilinos de la casa, con los que compartíamos mesa, mantel, risas, conversaciones, música y mucho cariño. Los protagonistas son Hernán, Carina, Sofía y Manuel, cuatro personajes que saben ser felices y que saben transmitirlo, ha sido todo un placer conocerlos y por supuesto los esperamos por nuestras tierras!! En Tilcara, como en todo la zona, paisajes que como le decíamos a Nati en nuestra dedicatoria nos hacen sentirnos más cerca de las nubes, la luna y las estrellas (casi 3.000 metros jejeje), y los colores más emocionantes. Especialmente bella es la "paleta del pintor" en Maimará o el "Cerro de los Siete Colores" en Purmamarca.

Y casi sin ganas de irnos por lo bien que estamos, llegamos a Humahuaca, ya cerca de Bolivia, un pueblo lindísimo, tiene hasta las calles empedradas! Algo extraño por estos lares. Aquí conocimos a Maxi y Juan, dos músicos que tocan instrumenos armenios y árabes respectivamente y que nos invitaron a su casa a comer, donde les deleitamos con una sopa de verduras con alimentos estrellas: remolacha y las hojas de la zanahoria (invento que hemos copiado de Sofía). Tenéis que probarlo, sale una sopa to´ guachi de color rojo. Por la noche fuimos a un bar donde nos quedamos encantados con la actuacion teatral que vimos, divertida, dramática y tríste al mismo tiempo, ¡genial! Y Jesús, que se quedó un ratito más quiere recordar los cantes folklóricos de Pilar, una porteña que lo dejo lokito, lokito cuando le cantó "las cosas del querer"!


Lugares mágicos, de fuerzas espirales que nos transforman, eso decía Pilar.

2 comentarios:

  1. hola picha, que fotos¡¡¡ seguid engordando este blog con textos y fotos, que sois nuestros ojos. mil besos

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  2. Creo que si sigo leyendo mañana mismo me cojo un vuelo y os sigo el rastro...

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